En las últimas tres décadas, los modelos de evaluación de programas con objetivos de mejora y de aseguramiento de calidad para atender a las necesidades y problemas educativos y sociales, se han convertido en elementos esenciales para dirigir los esfuerzos por la mejora continua de los programas y de las organizaciones. Todo parece ser motivo de evaluación: el aprendizaje de los alumnos, el desempeño docente, el diseño y desarrollo del currículo y de los programas educativos, la organización de centros, entre otros. Los propósitos son muy diversos. Se puede evaluar para conocer, para valorar, para promocionar, para mejorar, pero también para rendir cuentas ante la sociedad, para acreditar o para decidir el futuro de un programa educativo.