El acontecimiento mismo de la existencia es llamado aquí "comparecencia": "aparecemos juntos o, lo que es lo mismo, los unos ante los otros y de cara a un juicio al que ningún derecho antecede ni regula. Aparecemos ante "nosotros mismos", es decir, ante una mismidad que no es identidad, que nos reúne separándonos y que, sin embargo, no debe simplemente arruinar la hipótesis de una unidad que el fracaso del comunismo -como escribimos en este libro- ha destruido por mucho tiempo".
Este libro también es una invitación a leer a Marx. O, mejor aún, a "escribir" a partir de Marx, porque leerlo como se lee a un clásico de la literatura o de la filosofiía es neutralizarlo, despolitizarlo y volverlo inofensivo. Contra esa neutralización se solivianta la cólera de este libro que sigue clamando ante la urgencia de una justicia "por venir".